martes, 9 de febrero de 2010

Retorciendo Palabras...

Hace un año y un mes que llegué a Madrid, durante mucho tiempo he querido crear este blog pero hasta ahora, que esta ciudad realmente me ha conquistado y que no me imagino viviendo, por el momento, en ningún otro lugar del mundo, hasta ahora no he decidido hablar de mi más que particular MADRIZ.

Me costó dar el paso, había pasado por varias ciudades europeas, la última Barcelona, que como freaky de la arquitectura me tenía loco, pero me quedé ahí, en sus fascinantes calles y sus edificios infinitos, únicos e incomparables. Entonces, y sólo entonces, con tres maletas más grandes que tres lavadoras, varios miles de euros que se fugaron sin ni siquiera avisarme y haciendo caso a todos esos ecos que me decían desde hace años... -"Madrid es tu ciudad"-, decidí comprarme un billete del AVE y volar, tierra a través, hacia la capital. He de reconocer que esas 2 horas y media de AVE fueron duras, siempre había vivido lejos de casa, en mil rincones, pero con la sensación de volver; ahora tenía la presión de comerme Madrid, de llegar a la ciudad que mi intuición decía que iba a ser mi hogar por muchos años, llegué con una misión, y durante todo ese viaje una lágrima me limpiaba el rostro, pero en Atocha, respiré este aire castizo y contaminado, miré a mi alrededor y, siendo el último pasajero del tren, me bajé decidido a cumplirlo todo.

Esa misión tiene un nombre: CINE, y en esa misión ando, con más pasos hacia delante que hacia detrás, y fueron tantas las ganas de comerme el mundo, sin detenerme a mirarme hacia adentro, que el cuerpo, al que tanto había ignorado, me dió un paso que me alejó por seis meses de esta ciudad, que en una semana se había convertido de ser el último destino en mi viaje a ser el rincón predilecto, me entregué a Madrid como la amante que abre su cuerpo y su alma al más deseado de los maromos.

Y tras mi letargo volví en octubre, con la misma misión, con las mismas ganas, pero con el respeto de haber acariciado el abismo de la muerte. Lo sigo viviendo y disfrutando todo, pero ahora además de hacerlo, lo grabo y lo siento como si fuera la última vez y también me doy tiempo a sentarme y contemplar, porque esto también es vivir...

Ahora adoro esta ciudad en la que el aire es de cristal y se palpa, en la que el asfalto es un camino de baldosas amarillas que llevan hacia la fantasía que deseas, en la que el cielo se toca con elevar una mano, en la que una cámara me siento como en mi propio film, en la que escucho a mi paso por la Gran Vía que la vida es una Tómbola, y sigo pensando que Salazar fue un gran privilegiado al poder grabar aquella secuencia de "20 cms.", al igual que Amenábar abriendo sus ojos a Madrid..., en la que me imagino, cuando veo a los barranderos de noche, gritándoles -"Riégame"-, en la que me invento ventanas abiertas y abrazos por doquier, o me veo por los altos de los edificios por Alcalá, con mi maleta llena de millones y el traje rosa de la inmensa Carmen Maura, me veo dentro de tantos fotogramas... Cada rincón tiene su historia, y si no la sé la invento, pero este es mi MADRIZ y el que quiero mostrar.

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