jueves, 11 de febrero de 2010

De paseo con un Cónsul...


La otra tarde, tras el café, me fui a los Renoir, a ver una película que se me iba a escapar de cartelera, como lo ha hecho "Hierro", y no quería perdérmela. He de decir que me indigna que la entrada de los Renoir valga lo mismo que el resto de cines cuando la pantalla es una tercera parte del resto de las salas pero bueno... con las ganas que yo tenía de perderme en la mirada, enorme, de Jordi Mollá.

Para mí fue como un paseo, una tarde de charla con un poeta, que sin ser conciente me presentaba su vida, una vida de cristal, y es que durante toda la película Jaime Gil de Biedma viene acompañado por el cristal, por lámparas, por vasos, por botellas, por toda clases de objetos de cristal de roca, un cristal aparentemente duro como una roca pero que se rompe al primer tropiezo con el suelo, y así se presenta al poeta, como una persona aparentemente dura pero realmente tan frágil como el cristal, y encima con un corazón lleno de viejas cicatrices, como su valorado jarrón, roto por su primer amor y pegado una y otra vez...

A mí, sí me gustó la película, su fotografía, su luz tan especial, su magnífica lentitud, un excelente Jordi Mollá y un reparto muy bien conseguido exceptuando a Bimba Bosé, que deja de manifiesto que lo único que tiene de actriz es el apellido.

Después me engullí en la gran garganta Madrileña... me encanta contemplar la Gran Vía, desde Plaza de España, en el atardecer, cuando el cielo se va apagando y la luz urbana debora cada rincón.

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